🧠 El cerebro que no usas

!!️ aunque es fundamental en la toma de decisiones

Hace cosa de un par de meses me conectaron con la CEO de una organización.
He conseguido Financiación Europea para apoyar al desarrollo de organizaciones, a través de un Proyecto de acompañamiento de 3 años, durante los cuales se realiza un diagnóstico, detección y acompañamiento en la implementación de aquellos elementos propios de una Cultura Teal* que puede apoyar a las organizaciones que quieran participar, a avanzar en la dirección que desean. La persona que nos puso en contacto, pensó que esta CEO podía estar interesada en participar, y le propuso hablar conmigo.

*Si no sabes qué es la Cultura Teal, al final de este post encontrarás un cajón con una breve descripción.

Así que el día en que nos citamos, me acerqué a las oficinas centrales de la empresa.

Mientras mi cita me guiaba a una sala de reuniones para poder hablar a gusto, quiso entablar una conversación informal preguntándome de qué conocía yo a la persona que nos había conectado.

Le conté que hacía más de 10 años, estando yo facilitando una Jornada Participativa para empresas y start-ups, esta persona estaba entre las participantes. Posteriormente coincidimos en alguna otra ocasión. Nos caímos bien y hasta ahora habíamos mantenido el contacto y habíamos tenido varias tentativas de trabajar en algún proyecto. Concretamente usé la expresión, muy propia de mi tierra (Zaragoza): “me pareció una persona muy «majica»”.

A mi interlocutora le sorprendió que un aspecto emocional (que la persona que nos unía me hubiera resultado “muy majica”) hubiese devenido en lo que a día de hoy tenemos, que es una relación, en una parte, profesional. Y así me lo hizo notar con un breve comentario, al que no di demasiada importancia hasta más tarde.

Me senté en la silla en la que me acomodó, a un lado de la mesa. Ella se sentó al otro lado. Y comenzamos nuestra reunión.

Mostró mucha curiosidad y respondí todas las preguntas que con interés me planteó.

Hacia el final de nuestra conversación, cuando de nuevo retomamos una charla informal, hizo la siguiente declaración: - “Yo tomo las decisiones con la razón, no me dejo llevar por las emociones”.-

En una fracción de segundo se me amontonaron las siguientes reflexiones que a continuación te comparto:

  • en primer lugar, comprendí su sorpresa respecto a que yo hubiera nutrido una relación profesional con nuestra persona-contacto-común a partir de una impresión emocional "(“qué majica!”)

  • en segundo lugar, noté que esta persona no estaba informada de todas las investigaciones de neurociencia cognitiva que existen y que ya han probado sobradamente que nuestras emociones juegan un papel fundamental en la toma de decisiones, incluso cuando creemos estar siendo completamente racionales. Como ejemplo rápido, te puedo compartir el experimento realizado por Antoine Bechara (1997), que reveló que las personas con daño cerebral en el sistema límbico (la parte encargada de nuestras emociones), tenían dificultades para tomar decisiones efectivas a pesar de que su capacidad lógica estaba intacta. No quiero ya ni hablar de la teoría de las emociones somáticas de otro Antonio, en este caso, Antonio Damasio, que explica cómo utilizamos “marcas somáticas”, es decir, sensaciones físicas asociadas con experiencias pasadas, para evaluar opciones y tomar decisiones que requieren rapidez (por ejemplo, si una decisión nos provoca ansiedad, es probable que la rechacemos).

  • en tercer lugar, pensé que probablemente no estaría muy conforme con el principio de “plenitud” de la Cultura Teal (ver cuadro de abajo), por lo cual mi intuición me decía, que embarcarme en un proyecto de Cultura Teal en la organización de esta persona podría ser entre retador (en el mejor de los casos) y desaconsejable (en el peor).

  • en cuarto lugar, que tendría que compartir esta “intuición” de la forma más racional posible, ya que mi interlocutora no validaba las emociones/intuiciones como información útil para llegar a conclusiones o tomar decisiones, tal como estaba expresando.

Al hilo de todo esto, en las organizaciones para las que trabajo, observo con frecuencia que se celebra mucho lo racional, lo medible, lo estructurado, y rara vez se da espacio a lo intuitivo y emocional. Elementos que, aunque se pretendan ignorar, la ciencia nos dice que operan en nuestra toma de decisiones, queramos o no queramos, seamos conscientes de ellos o no lo seamos.

Tal vez te asuste saber que muchos estudios indican que entre el 90-95% de nuestras decisiones están moldeadas de manera no consciente por el sistema emocional (sistema límbico) del cerebro.

Cosa que no es de extrañar, teniendo en cuenta que el 100% de la información pasa primero por éste, y es entre 2-3 y hasta 7 segundos más tarde cuando parte de esta información llega a nuestra parte racional o consciente (no llega toda, de lo contrario nuestro cerebro analítico colapsaría).

Y es, de hecho, el sistema emocional el que decide qué información pasa al sistema racional para ser objeto de un análisis más profundo, ¡según su relevancia emocional!

Como hemos visto arriba, la ciencia constata que la intervención del sistema límbico, hace que tomemos mejores decisiones. Porque, lo intuitivo y lo emocional también son formas de conocimiento.


Bajo mi punto de vista, con la complejidad del entorno actual, no podemos seguir permitiéndonos el lujo de descartar o ignorar fuentes de información que, de hecho, nos ayudan a procesar una cantidad ingente de información a una velocidad asombrosa.

En ningún momento estoy proponiendo apartar nuestro sistema racional, ubicado en el córtex y neocórtex cerebral (acabo de amortizar la Licenciatura en Psicología Industrial con todo lo que te estoy contando en este post 😂).

Lo que te propongo es plantearte las siguientes cuestiones:

¿Qué posibilidades se abren si integramos de manera abierta e intencional todas las formas de saber a nuestro alcance?

¿Qué pasaría si en tu empresa permitieses incorporar y validar los datos que provienen del los cerebros racional, emocional y los datos somáticos?

CULTURA TEAL

Teal es un término acuñado por Fréderic Laloux.

Con este término, Laloux quería referir a modelos de organización Autogestionada o Auto-Organización (término este último que, después de mis años de experiencia en este ámbito, a mi me resulta más preciso).

Es decir, se trata de un modelo que se aleja de las estructuras jerárquicas y está basado en la participación de todas las personas de la organización en la gestión y dirección de la organización (dependiendo del nivel de auto-organización posible o deseable) , lo cual potencia el compromiso y la proactividad de las personas.

Es un modelo, que además, se fundamenta en otras 2 patas: plenitud y propósito evolutivo.

Plenitud entendida como considerar a la persona como un todo y abrazar todas sus facetas: desde sus conocimientos y capacidades profesionales hasta su parte emocional y personal. Lo de dejarse las emociones en casa, estaremos de acuerdo que no es posible, las personas no podemos extirparnos las emociones y dejarlas en un cajón durante las horas de trabajo.
Y valorar todos los talentos de las personas, no sólo los directamente relacionados con su perfil profesional, sino todos sus talentos, permitiendo a las personas brillar de manera más auténtica y alineada con su ser.

Propósito evolutivo entendiendo que el propósito es algo que está vivo y las personas de la organización forman parte de su evolución. No es algo que acordamos al inicio de la vida de la organización, y que como mucho modificamos cada 15 años si hay un cambio de rumbo notable.

➕ Si quieres más info acerca de nuestras emociones en la toma de decisiones o sobre la Cultura Teal, escríbeme.

🗣️ Si quieres compartir reflexiones o dudas con personas como tú puedes hacerlo aquí.

*la portada de este post (como la de casi todos) la he creado con IA.

📌 Reenvía esto a alguien a quien le resulte útil 😊 

📌 Si alguien te envió esto, aquí para recibir otros parecidos.