🐶 Morder a quien te reconoce...

... a pesar de desearlo 🙏

El otro día me llamó poderosamente la atención, una reacción que tuvo Nadal delante de la prensa.

Dijo: “Es una estupidez pensar que soy el favorito”, refiriéndose al Trofeo Conde de Godó.

Lo dijo como reacción una afirmación, en clave de reconocimiento, que había hecho sobre él otro tenista: Stéfanos Tsitsipás.

Y digo que me llamó la atención por la forma flamígera en la que lo dijo, cuando Nadal es una persona que suele expresarse con mucha templanza.

Desconozco la relación entre Nadal y Tsitsipás y si esto pudo influir en su forma de reaccionar. Desconozco la posición de favorito o no de Nadal en este torneo. Y también desconozco cualquier otra circunstancia que pudo provocar esa reacción con mayor intensidad de la habitual. Por lo que no haré suposiciones sobre Nadal.

Lo que sí quiero hacer es compartir cómo me recordó esta manera de reaccionar, a ciertas reacciones que observo con frecuencia en empresas cuando a las personas se les hace un reconocimiento, tanto si éste es formal como informal.

Y es rechazando con brusquedad las palabras o el gesto de reconocimiento, o quitándole importancia, o comportándose como si no lo hubieran escuchado ignorándolo en cierto modo, o … de otras maneras que parecieran indicar que el reconocimiento les disgustase.

Sin embargo, tengo constatado, a través de mediciones cuantitativas y cualitativas que he realizado en diversas empresas, que las personas valoran recibir reconocimiento a su trabajo.

Las personas expresan desearlo y considerarlo como un factor que impacta de manera positiva en su sentido de pertenencia, su compromiso con la organización, su sensación de valía y contribución, y por ende en su satisfacción.

También existen varios estudios y teorías que refuerzan los resultados de mis mediciones.

Así es que, parece contradictorio, ¿no?.

Si las personas desean ser reconocidas, ¿por qué un número sustancial de ellas reaccionan rechazándolo?

Es una pregunta que he formulado directamente a algunas de ellas.

Las respuestas son: me da vergüenza, siento incomodidad, me embarga el síndrome del impostor/a, me da cosa que me reconozcan a mi y a otras personas no aunque sea yo quien ha hecho algo reseñable …

En las empresas muchas veces me piden que acompañe a las personas que están en roles de liderazgo a poner más atención, intención y cuidado en reconocer y en cómo hacerlo. Para ello desarrollamos toda una serie de acciones que varían de una empresa a otra, en función del tipo de cultura que tiene la organización o que desea tener.

Pero hoy me gustaría llevar la atención a otro punto:

¿Hemos de aprender en las empresas, también, a cómo recibir el reconocimiento?

En las Self-Orgs (=empresas auto-organizadas, que presentan un modelo alternativo y diferente al de las empresas jerárquicas y a las empresas horizontales) tenemos algunas prácticas en relación a esto.

Te comparto un par:

  1. Entrenarnos en conectar con la emoción interna que recibir ese reconocimiento nos produce. Saborear lo positivo que nos genera y reflexionar sobre la dificultad, si también nos la genera. Y seguidamente decir un simple “gracias” y no decir nada más.

  2. Entrenarnos en recibir el reconocimiento simplemente saboreándolo, con alegría, sin ni siquiera dar un “gracias”, entendiendo el “gracias” como algo que doy a cambio (tu me reconoces, yo a cambio te agradezco). Al dar algo a cambio, ya no recibo 100%. Por tanto, entrenamos cómo recibir y gestionar lo que sólo recibir sin dar nos produce.

Después de compartirte todas estas cosas, te dejo la pregunta del día para ti:

¿Cómo reaccionan las personas en tu empresa cuando se las reconoce?

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